El mercado editorial, ¿está en riesgo?
Porque es un tema del que se habla bajito para no incomodar
La calidad literaria ha bajado
Confiesa, ¿Cuántas veces has escuchado esta expresión? Yo he perdido la cuenta, la verdad. Si me preguntas mi opinión, te diré que sigo sin tener claro una respuesta clara porque considero que este tema es muy complejo.
Después de mis casi diez años sumergida en el mundo editorial, de forma profesional, solo tengo claro una cosa: No sé nada de nada. Soy escritora y siempre me consideré una lectora devoradora de libros, pero estas nuevas generaciones me han dejado temblando con su velocidad lectora. ¡La leche!
Para algunos eruditos del tema, esto es nefasto porque se pierde calidad en el texto y comprensión lectora. ¿Por qué? Pues porque los textos no suelen estar tan trabajados como otros (lo siento, eruditos, pero aquí discrepo bastante). Vamos a dejar a un lado, por el momento, el tema de la calidad de los textos/historias.
Centrémonos en las lecturas porque de esto va el post, de la cantidad de libros que se publican al año y si la velocidad lectora está empujando a un mercado al posible declive y destrucción. Digo esto porque ya he visto varios vídeos en las redes hablando sobre esto y me pareció un tema interesante a tratar.
¡Este mes he leído 15 libros y me siento muy orgullosa!
Pin para ti, amiga/o. Yo me siento orgullosa con terminar uno o dos como mucho. Mi tiempo laboral y de vida me impide llevar ese ritmo, pero ojalá pudiese tener tanto tiempo libre para dedicarlo a los libros. Sería mi sueño porque eso significaría que no tengo deudas que pagar.
Analicemos un poco los datos para entender el problema
A nivel mundial, la producción editorial es gigantesca. Se estima que cada año se publican alrededor de 4 millones de nuevos libros en el mundo, lo que equivale a unos 11.000 títulos por día (más de 450 por hora). Esta cifra incluye todo tipo de publicaciones, desde libros de grandes editoriales hasta autores independientes. Los países con mayor producción anual de títulos incluyen al Reino Unido (unos 180.000 títulos/año), China (~208.000 en 2013), Estados Unidos (~275.000 en 2013) y otros mercados europeos importantes como Alemania (~125.000) o Francia (~110.000 títulos al año). En comparación, España aporta una parte significativa: representa aproximadamente el 9% de los títulos publicados en el mundo por idioma (ocupando el 4º lugar tras el inglés, chino y alemán).
En España, el volumen de novedades editoriales anuales es muy elevado en términos absolutos, aunque relativamente menor que en esos grandes mercados. Cada año salen alrededor de 90.000 obras nuevas en España, es decir, un promedio cercano a 7.500 novedades mensuales (o unas 10 nuevas publicaciones cada hora, como ilustraba un titular periodístico de ElPais.com).
Pero centrémonos en la ficción, que es de lo que vamos a hablar.
Según el artículo que señalo y datos oficiales de ISBN, la cifra para libros de narrativa, ensayos, etc, es de unas 30.000 obras nuevas al año. Ahí habría que hacer un desglose por género, categorías, autores, etc. Pero nos sirve para darnos cuenta del ritmo de publicaciones de obras nuevas que se está llevando.
Libreros vs Grandes editoriales
Esto es un tema que se debate mucho desde hace un tiempo. Los libreros, que son quienes conocen mejor a sus lectores, señalan que a menudo la avalancha de lanzamientos impide dar suficiente exposición o recomendaciones personalizadas a cada título. Pero, en cambio, de la otra parte aseguran que es lo que hay que hacer para no acabar perdiendo ventas. Es decir, hay que seguir en esta rueda del hámster sin descanso ni parpadeos.
Por suerte, ya hay editoriales de pequeñas tiradas que han elegido bajarse de esa rueda y prestarles la atención que se merecen sus autores porque, y eso sí que no me canso de decirlo, las editoriales no existirían sin autores que creasen libros (independientemente del tipo que sea). Cuidar de quien te está nutriendo es lo que marca la diferencia.
Pero vivimos en un mundo absurdo donde la locura parece ser la reina constante.
Retomemos el tema en cuestión
Con este aluvión de publicaciones, los autores nos vemos obligados a escribir a un ritmo inhumano para poder estar siempre en los puestos más visibles, ya sea autopublicado o de editorial. Si quieres vender y no morirte del asco, prácticamente debes publicar una novedad al mes. Al menos, esto es así en el mundo de la autopublicación.
Es una demanda de los lectores, por lo que el mercado se mueve a razón de dichas demandas.
Aquí radica el tema importante: los lectores y su velocidad lectora. ¿Es buena o mala? Desde el punto de vista empresarial, es buena porque a más lecturas, más ventas y eso repercute en más ganancias. Desde el punto de vista de autor, puede ser un arma de doble fijo peligrosa. Y me explico.
Los libros llevan un proceso de creación, unos pasos a seguir hasta que llegan a tus manos. Primero, y es la más importante, es la escritura. Es el proceso más largo y complicado, si lo haces sin apoyarte de ninguna herramienta de IA (De esto hablaremos en otro post). La creación de una historia pasa por la inspiración, la documentación y la escritura en sí del manuscrito. Luego, vienen las lecturas betas de gente que te da ideas para mejorar el texto. El siguiente, la corrección profesional y es la parte más importante que no te debes saltar. Aquí es donde se pule y se remata la historia para luego entregársela al maquetador y darle el formato adecuado para la lectura. TODOS ESTOS PASOS SON FUNDAMENTALES y llevan su tiempo.
Ahora, yo os pregunto, ¿creéis que esto se puede lograr en dos-tres semanas para una novela de una media de 400 páginas? Ya os respondo yo: NO. Al menos, no para tenerla perfecta y lista para publicarla una vez cada tres semanas o menos. Dos libros al mes es un suicidio para el autor porque deberá renunciar a alguno de esos pasos para lograr llegar a la meta.
Y aquí viene el grueso del principio de este post: La baja calidad de la que hablan los eruditos.
Al llevar este ritmo, en autopublicación, te ves obligado a renunciar en calidad, ya sea en el texto, en la maquetación o la corrección. Algo se tiene que bajar del tren del proceso porque no llegas a la meta impuesta: Dos libros al mes. Este es el meollo de la cuestión.
Normalmente, cuando hablan de libros de baja calidad literaria, se refieren a libros mal escritos o con una prosa pobre (no todos somos Cervantes, amigo. Asúmelo). Por lo general, esa etiqueta se nos adjudica a los autopublicados y creo que no hay mayor desconocimiento que ese. Nos esforzamos mucho en formarnos en escritura, maquetación y edición de libros precisamente para poder hacerlo todo nosotros mismo y evitarnos el pago de algunos servicios, que no saltarnos algún paso del proceso de creación de un libro.
Si yo me formo como maquetadora (y lo soy), me evito tener que gastarme una media 200€ por libro. Eso me permite tener mayores márgenes de beneficios y poder, así, tener más productos listos para sacar al mercado. Eso no reduce la calidad, tan solo hay un ahorro de gasto en un paso del proceso.
Para mí no existe libro malo, sino un lector que no resuena con esa historia.
Peeero… Diré que estas nuevas tendencias y formas de contar historias, de mostrarlas al mundo, han hecho que cada vez más gente sienta pasión por la lectura. A mí eso, personalmente, me encanta porque amo tanto los libros que me ilusiona muchísimo que más gente puede tener acceso a historias bonitas.
La lectura es algo subjetivo y, por lo tanto, difícil de valorar qué es mejor o qué es peor (y de aquí no bajo).
Entonces, ¿por qué peligra el mercado literario?
Pues porque toda acción, conlleva una reacción. La voracidad lectora de algunas personas de la comunidad literaria empuja a que se lancen cada vez más novedades al mes, lo que resta visibilidad a los libros del mes anterior (con suerte).
Me he encontrado con lectoras frustradas porque Sarah J. Maas lleva cuatro años sin publicar libro nuevo de Acotar. ¡Hijas mías de la santísima Trinidad! ¿Conocéis a un señor llamado George R.R. Martin o Patrick Rothfus? Pues, haceros una solemne idea de lo que llevamos sus fans esperando por la continuación de sus sagas. Pero, os doy más datos:
Stephen King tardó 30 años en finalizar La Torre Oscura.
Diana Gabaldón lleva escribiendo la serie Outlander desde 1991 que se publicó el primer libro (moriré de vieja antes de leer el último libro del pelirrojo).
George R.R. Martin comenzó a escribir Canción de hielo y fuego (Juego de tronos para quien solo conozca la serie de HBO) en 1993…, y ya hemos perdido la esperanza en verla acabada 🙄.
Patrick Rothfus publicó el primer libro de Las crónicas del asesino de reyes en 2007 (se rumorea que el tercero saldrá en español en 2025, pero no tengo mucha fe en ello).
Ken Follet publicó el primer libro del universo Kingsbridge (Los pilares de la tierra, para que me entendáis) en 1989. Y parece no tener fin😵.
Podría seguir, pero la lista se haría un tanto infinita y tampoco vamos a hacer un megapost de esos (aunque va camino de ello, sorry).
La impaciencia parece haberse instalado en el mundo lector porque se quejan de que las escritoras del género de fantasía romántica o romantasy publican un libro al año o cada dos. ¡Llevo desde los 14 años esperando a que el señor Follet termine con el universo de Los pilares de la tierra! ¡31 años de espera! Me merezco un premio a la paciencia más infinita.
Pero, claro, por este tipo de reclamas de la comunidad lectora, que vacía las estanterías de las librerías al comprar de forma compulsiva estos libros, la editoriales han visto un filón de oro y están dispuestos a explotarlo al máximo (de ahí las chorrocientas ediciones especiales que sacan de una misma saga). Hasta que el hámster aguante o hasta que el mundo explote. Eso se traduce en presiones a los autores y, por si no lo sabías, necesitamos silencio mental y residual para poder escribir. Si tenemos a un pepito grillo detrás de nosotros dándonos la matraca con sacar libros como churros, pues nos frustramos y no escribimos. Entonces, los lectores se frustrar porque no hay nuevos libros de ese autor o autora y entramos todos en un bucle absurdo.
Conclusión
Cada libro lleva su proceso. Si quieres una historia impresionante, bien estructurada, corregida, pulida y que te deje huella emocional, necesita su tiempo. Si solo quieres pasar el rato, te vale cualquier revista del corazón que encuentres por ahí (léase con ironía).
No puedes exigir calidad impecable y un ritmo de publicación inhumano.
Yo estoy cien por cien con los libreros. Ellos son los que mejor nos conocen como lectores y lo dicen bien claro: No da tiempo a otorgarle el debido tiempo a una novela nueva. Me alegra muchísimo que haya librerías y editoriales pequeñas que se nieguen a continuar con estas prácticas, la verdad.
¿Y tú qué opinas?
Cuando sobrecargas el mercado, te acaba explotando en toda la cara y, al final, todos terminan pagando los platos rotos.